Navega. Faltan once horas. La isla de Margarita va quedando atrás en una noche que, parece, será clara. No sé cuánto tiempo duermo, no me mareo, pero me da calor y con ese sopor llegamos a La Blanquilla, después de la lluvia, después del arcoiris y fue desde ese preciso instante que todo se volvió azul, turquesa, blanco. Blanco por su arena, porque a eso debe su nombre. Blanco por la espuma de sus olas y todos los otros matices en su mar. Sabes que La Blanquilla es una isla venezolana y virgen, que forma parte de las Dependencias Federales, que solo hay un puesto de la guardia que vigila la costa, que tiene una pista que ya no se usa, que alguna vez hubo el intento de llevar pasajeros con frecuencia. Sabes también que es larga, quizá unos 25 kilómetros y que su paisaje es contraste: desierto, dunas, espinas -muchas espinas-, salinas, corales, colores, pescadores que llegan desde la isla de Margarita de tanto en tanto. No hay sitio donde quedarse, no puedes acampar. Llegas en lancha, velero o yate y ahí duermes entre una playa y otra. Las preocupaciones se traducen en decidir desde dónde verás el atardecer, dónde vas a amanecer, cuánto vas a nadar. La Blanquilla es azul, aunque también blanca de tanta pureza. Tiene paisajes de silencio, de brisa absoluta. La recorres y te llenas de sus vistas, por eso las fotos, para que vean lo que vi, para que la entiendan como yo. La Blanquilla no se cuenta, se tiene que ver de cerca y entenderla.













PARÉNTESIS. Este viaje lo hice en velero y podría contar todos los detalles de no ser por algunos inconvenientes con el capitán, de quien alabo su destreza en el mar, pero no su mala educación. La buena noticia es que mis amigos de Mega Venezuela consiguieron otras buenas opciones para llegar a la isla y pueden ayudarlos a planear la aventura si le escriben a viajes@megavenezuela.com y así podrán ver estos paisajes insólitos. Se parte desde la isla de Margarita, navegando siempre hacia el norte. Lleven poco equipaje, no van a necesitar tanto.
2 respuestas a “La Blanquilla, esa isla azul”
Adriana que hermosos paisajes nos muestras con esas fotos tan impactantes, supongo que aunque son tan azules y blancas al mismo tiempo, no definen con exactitud lo que significa estar allí contemplando presencialmente tanta belleza, que delicia tener la oportunidad de descubrir cada rincón de Venezuela como lo has venido haciendo, me encanta ese sentido de pertenencia que le dejas a la tierra con tus letras, no dejes de explorar y de traernos a tus lectores esa magia con la que escribes personificando a los lugares y dándole vida desde esa descripción sustantiva que siempre haces. Un abrazo!!!!
Muchas gracias Eliana, siempre es un placer que leas y disfrutes lo que hago. Un abrazo!