Llegué a Cracovia con la luz anaranjada de su tarde. Había subido a un bus, horas antes, en Varsovia y cuando llegué al terminal de esta ciudad nueva para mí, no sabía bien por dónde salir. Estaba decidido que iría al hotel caminando porque en el mapa aparecía a solo quince minutos de distancia y eso hice. Después de entrar y salir por puertas que me llevaban a ningún lugar, conseguí el camino y avancé por calles estrechas, con edificios de ventanas amplias y paredes viejas. Veía sin ver y recuerdo bien el ruido que hacían las ruedas del carry on mientras me movía. No tenía frío, tampoco calor. Cuando llego a un lugar al que he tenido tantas ganas de ver, es como si dejara de sentir las temperaturas. No distingo la brisa, no hay riesgos posibles, no hay direcciones que no se puedan encontrar; todo es emoción y me distraigo con el trinar de algún pájaro, con la bocina del tranvía, con el idioma que no entiendo y en cómo el sol se va reflejando en la copa de los árboles mientras me muevo. Viajar a Cracovia había sido una inquietud desde hace algunos años y así fue mi llegada a la ciudad al borde de esa tarde de primavera.
La luz del atardecer de Cracovia cayendo sobre los edificios de la Plaza del Mercado, es la mejor bienvenidaEn polaco se llama Rynek Glówny; es la plaza medieval más amplia de toda Europa (40 mil metros cuadrados) y la más importante de Cracovia. El edificio que se ve al fondo es la Basílica de Santa María, con dos torres de diferente altura y a las que puedes subir para tener una vista del casco histórico. Aquí, cada hora, se escucha a un trompetista interpretando una melodía tradicional polaca llamada Hejnal MariackiCuando el mercado está dispuesto, lo mejor es caminar sin prisa y con mucha curiosidadY tener dinero en efectivo para probar sabores distintosEntrar a la Lonja de los Paños (en polaco es Sukiennice), un palacio renacentista construido desde 1257 y al que se consideró el primer centro comercial de la historia. Más allá del largo pasillo con souvenirs, tiene en la primera planta una sección del Museo Nacional de Cracovia
¿Qué más puedes ver y hacer en Cracovia?
Sentarte en uno de los muchos bares-cafés-restaurantes del centro, a ver a la gente pasarO, si prefieres, en uno más tranquilo, de esos que aparecen en alguna calle por ahíVer de cerca a la Barbacana, una estructura que era el punto de control para el acceso a la ciudad de CracoviaY luego seguir a la Puerta Florian, la puerta principal de entrada a Cracovia y la única que se conservaVer mucho arte y curiosidadesSentarse en uno de los tantos espacios verdes a estar en calmaO perder la mirada hacia el río Vistula, el más importante de PoloniaSubir una colina hasta el Castillo de Wawel, primera residencia de los reyes de PoloniaY, una vez ahí, conocer la leyenda que cuenta que un dragón vivía en la colina Wawel y aterrorizaba al país de Krak. Muchos intentaron vencerlo, pero no fue sino un zapatero el que logró engañarlo con una oveja llena de azufre. El dragón desesperado, se acercó a la orilla del río Vistula y tomó mucha agua que lo hizo explotar. A los pies de la colina , en la entrada de la cueva del dragón, se levantó la escultura Ir a Kazimierz, el barrio judío de Cracovia es otra experienciaKazimierz está lleno de detalles y con un aire bohemio que atrapaEn Kazimierz aprendí que las ventanas de las sinagogas tienen la forma de las tablas de los 10 mandamientos Y que el arte de sus fachadas va contando la historia judía de CracoviaPor todos ladosEn Kazimierz está la Fábrica de Schindler, hoy convertida en museo. La historia de Oskar Schindler pasó a ser más conocida con la película «La lista de Schindler», de Steven Spielberg. Oskar era el dueño y también un espía alemán que decidió salvar la vida de poco más de 1200 judíosEl centro del Gueto de Cracovia era esta plaza. Aquí traían a los judíos para separarlos y enviarlos a los diferentes campos de concentración. Los niños eran obligados a cargar sus sillas para esperar, sentados, su destino. Aquí hay 68 sillas que representan a los 68 mil judíos que vivían allíDesde Cracovia se puede visitar el campo de concentración Auschwitz-Birkenau, una historia de horror que puedes leer aquíEn fin, caminar por Cracovia para volver a (nuestro) centro. O a la Plaza del Mercado, otra vezPerdernos en el verdeO quedarnos en sus detalles. Y respirar. Cracovia, al fin.
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