Por la llanura infinita

No deja de llover. Son casi las seis de la tarde y aguardamos dentro del carro hasta que el agua se vaya. Ya va a pasar, está pasando. A lo lejos, tres caballos galopan con lentitud guiados por tres muchachos que no tienen más de quince años. Vienen hacia nosotros, porque los esperamos desde hace rato. YaSigue leyendo «Por la llanura infinita»