Navega. Faltan once horas. La isla de Margarita va quedando atrás en una noche que, parece, será clara. No sé cuánto tiempo duermo, no me mareo, pero me da calor y con ese sopor llegamos a La Blanquilla, después de la lluvia, después del arcoiris y fue desde ese preciso instante que todo se volvióSigue leyendo «La Blanquilla, esa isla azul»