El sol que despierta a Yapascua

Aunque intuían que no habría un espectáculo de luz, los viajeros decidieron subir durante cinco minutos un tramo del cerro para sentarse en las rocas a esperar el amanecer. Eran poco menos de las cinco de la mañana y la ensenada de Yapascua era toda nubes, humedad, calor acumulado. Habían dejado todo en las carpas ySigue leyendo «El sol que despierta a Yapascua»