Son las 10.30 am. Un grupo que parecía sólo de mujeres se agolpa en la Plaza La Pastora en Caracas, una de las plazas más antiguas de la ciudad, con la prisa y la expectativa metidas en la mochila. La plaza está tranquila, vestida de domingo. Un perro corre de un lado a otro con sus dueños atrás. La iglesia está quieta y varios se asoman a las ventanas de las casas de colores para vernos pasar de un lado a otro. El Ávila de fondo nos promete un día largo, lleno de paisajes y de historia.

Estábamos allí para realizar el recorrido de Los Fortines del Ávila al atardecer con el equipo de Fundhea, expertos en rutas eco-patrimoniales. Un paseo que nos llevaría por el Camino de los Españoles para vivir de cerca la historia y observar los rastros que aún quedan del sistema de defensa del Puerto de la Guaira (estado Vargas) y Caracas, además de llenarnos de montañas y paisajes inesperados. La promesa final, es deleitarse con el atardecer desde la vertiente norte del Ávila y hacer el camino de vuelta una vez se instale la noche. La ruta se desanda en rústicos, porque las distancias son largas y las subidas muy empinadas como para someter al viajero a un cansancio innecesario. Dos minutos antes de emprender el camino, ya somos un grupo compacto que intenta reconocerse con la mirada y ocupamos dos rústicos. Uno rojo, otro azul. El día promete ser largo y las nubes negras amenazan en la distancia.

La ruta de los Fortines del Ávila al atardecer es perfecta para aquellos que quieran tener otra visión de Caracas, amen el ambiente de montaña y quieran llevarse una visión distinta de su visita a la capital venezolana

La primera parada es en Campo Alegre, justo donde está la Capilla de San José, construida por Manuel Teodoro Muñoz en los años 50s en demostración de su cristiandad. Justo al frente, un aviso de venta de helados colma la atención y el favorito, el de sabor a coco, es el gran ausente entre esa fiesta de sabores. Esta capilla es una de las paradas de la peregrinación que desde hace 127 años se le hace a la Virgen de Lourdes; una historia que merece una crónca aparte. Hace calor y el helado sabe a gloria.

Justo al lado de la capilla, detrás de un portón desvencijado, está el Club Social que entre juegos de bolas criollas y varios animales, esconde una vista de Caracas que la muestra grandiosa y callada, y que nos pone en primer plano sembradíos de vainitas y cebollín que le ponen un toque verde y único al paisaje.

Seguimos el camino para detenernos en El Empedrado; el único trozo del empedrado original del Camino de los Españoles que queda en la vertiente sur del Ávila, es decir, del lado de Caracas. Piedras que llevan ahí 300 años y que hablan solas. Cuentan que cuando se llega a la parte norte, se consiguen al menos 400 metros de este camino que intentan conservar con mucho empeño.

Un poco más arriba nos detenemos con la vista puesta en el pueblo de Sancho Orquiz; casitas metidas en la montaña y con cultivos maravillosos. Estamos en el sector de Los Dos Caminos. Si se toma el camino de la derecha, hacia Las Aguadas, se llega hasta el casco histórico de La Guaira. Si te vas por el de la izquierda, desembocas en Maiquetía. Dos maneras de llegar al estado Vargas conociendo otros paisajes. Nosotros tomamos el camino de la izquierda, porque por ahí también se llega al pueblo de Hoyo de la Cumbre, donde nos detenemos a ver cómo la neblina va y viene a su antojo y arropa a cultivos inmensos de lechuga, maíz, brócoli, albahaca, acelgas y más. En este pueblo, el más alto de la Parroquia Maiquetía, está la Bodega de Juanita y la especialidad son las hamburguesas que prepara con esmero con las lechugas fresquitas que crecen en la zona. La parada es el pretexto perfecto para caminar, comer y sentarse a conversar.

Es buen momento para decir que Fundhea pone empeño en hacer un recorrido ameno, cargado de historia y de mucha sensibilidad por lo que se va viendo. Para ellos es importante involucrar a la comunidad en sus actividades. Es la gente del pueblo quien nos recibe, quien nos da el helado, quien prepara el chocolate caliente y las hamburguesas, quien maneja los rústicos y nos hace sentir que estamos en casa.

Después de un descanso prolongado, el camino nos lleva hasta el Fortín de la Cumbre, conocido con el nombre de San Joaquín de las Cuchillas y que se terminó de construir en 1770. Se trata de una fortaleza de cuatro valuartes, como si formase una estrella de cuatro puntas. Llegar aquí es respirar profundo para que el cuerpo se nos llene de tranquilidad. Las montañas se ven amplias, verdecitas. Caracas aparece lejana e inmensa.

Aquí nos volvemos todos un poco locos. Corremos detrás de unos cachorros, nos acostamos en la grama, abracamos todas las vistas posibles y gozamos un montón cuando un niño adorable se convierte en nuestro guía para llevarnos a explorar a una cueva que queda a cinco minutos de allí. Con la seriedad que implica el caso nos pide que sigamos sus indicaciones al pie de la letra, que el camino es resbaloso y oscuro, que debemos entrar en grupos de cuatro y salir rápido para que pasen los otros y que, por favor, cuando salgamos, lo esperemos en la mata de mango para volver al Fortín. Nos conquista a todos, le hacemos caso y la aventura se hace llena de risas.

Nos faltaba completar una caminata de 45 minutos por un camino más o menos exigente, hasta Castillo Negro, desde donde veríamos el atardecer. Las nubes negras que nos amenazaron desde la distancia en la mañana, se veían cada vez más cercanas.  Aún así, emprendimos la caminata, pero cuatro relámpagos y tres truenos después, corrimos de vuelta al Fortín vestidos con impermeables y cualquier otra cosa que se tuviera a mano para cubrirnos de la lluvia que caía como furiosa. Una vez de vuelta, con la lluvia metida en los zapatos, un chocolate caliente nos acompañó durante la lluvia y vimos cómo caía la noche en Caracas y el frío se hacía presente. Por seguridad, se suspendió la caminata y todos quedamos con las ganas de volver para repetir el camino y finalmente, disfrutar del atardecer. Será otro día.

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12 comentarios sobre “El Ávila y sus fortines

  1. Hola Adriana: Me gustó tu post sobre la Ruta. Toda una experiencia.
    Conocimiento, disfrute, aprendizaje y nuevas amistades.
    Meritorio esfuerzo de Derbys y de todos los que apoyan en esta labor.
    Se amplia la familia y amigos de FUNDHEA.
    Saludos, Mirna

  2. Guao que bueno Adriana tal como fue el paseo….Todo un disfrute..Gracias por ser tan receptiva me fascino se parte de este grupo..Saludos Noellys.

  3. Es increíble la manera como lograste plasmar lo que se siente al participar en este paseo, en especial cuando describes la parada en la Bodega y el momento en el primer Fortín. En la oportunidad en que hice este paseo, lo más increíble para mí fue el momento en se comenzó a ocultar el sol y las nubes comenzaron a hacer como un colchón, algo inmensamente hermoso para mis ojos. Sin duda que quiero volverlo a repetir.

    Gracias Adriana.

  4. Ey que tal? que bueno esta el reportaje sobre la ruta, felicitaciones vale! Muy buena descripción de casa parada , y aunque nos quedamos con las ganas de ver el atardecer (porque caaasí que no nos llovió) igual se disfrutó mucho. La ruta hacia el picacho de fundhea también promete , hay que hacerla y ya esta página está dentro de mis favoritas, muchos buenos datos de viaje.
    Saludos

  5. Y después de mucho… leí la crónica y me di cuenta que disfruté más de lo que creía al repetir el camino entre tu descripción… definitivamente leer es viajar y gracias a ti y tu blog podemos hacerlo de esta manera también y hasta repetir los caminos ya recorridos… Gracias por la invitación, gracias a Fundhea por su labor, gracias al excelente grupo de viaje y en especial gracias a Diosito por regalarnos el Ávila con todas sus caras… Besos… Mafe

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